20 de Agosto de 2013 - Porche flotante...



Sentada en un sofá, en la eslora de un barco (houseboat se llaman), contemplando los backwaters de Kerala. Durante 24  horas esta casita flotante será nuestra ancla en la  relajación y tranquilidad ya que nuestra única preocupación es observar los canales de agua y la vida que nace de sus ribas. Uf! Que lejos quedan los despertadores que te recuerdan que fuiste a dormir demasiado tarde o el stress que se respira en los pasillos del metro cuando te hipnotiza para que te sumes al caos de carreras cuando ni siquiera tienes prisa...

Al llegar a Allephey el taxista paró delante de una casa "de su amigo" para que nos enseñara la houseboat que él gestionaba. Ya le advertimos que no queríamos visitar a nadie, que nos dejara en una riba donde pudiéramos negociar el precio con los dueños de cada barco. Los cuatro nos negamos a bajar del coche hasta que llegáramos al destino que habíamos concretado, así que el amigo jugó la única carta que le quedaba. Subió en su moto y guió al taxista hasta el amarre de su barco. No nos quedó otra jugada que aceptar ver su houseboat con la condición de que si no nos gustaba o no llegábamos a un acuerdo económico el taxista nos llevaba a visitar otros amarres.
Una hora más tarde tuvimos que dar por perdida la partida, la casa flotante nos gustó y el precio pactado era la mejor oferta que nos hicieron en aquella riba... Trato hecho.

Tras pagar al taxista y al comercial del barco (la comisión del amigo se haría efectiva cuando nosotros no lo viéramos) ya estábamos acomodados en los camarotes. Un barquito de unos 30 metros para nosotros cuatro, con cocinero, camarero/ayudante marinero y capitán del barco. Pareceríamos unos ricachones si no fuera por nuestras pintas de mochileros, deportivas, pantalones quechua de viaje, camisetas anchas para atenuar la sensación de calor y cara de guiris.
Durante el paseo por las dos plantas del barco observé que, pese a tener algunos años, se podía intuir que había sido uno de los más lujosos y nuevos en su época. En la planta de arriba un gran comedor con capacidad para unas 30 personas sentadas cómodamente en hamacas o sillas y sin que faltara el espacio para tomar el sol y otro para ver películas. En la parte inferior estaban situados los cuatro camarotes dobles con grandes ventanas y baño integrado, al final del barco la cocina y en la parte de proa el pequeño salón para tomar el té y el timón para dirigir el barco.
La falta de mantenimiento y la inversión en nuevos barquitos, hizo que el lujoso houseboat quedara relegado a antiguo, sin embargo, conservaba un cierto encanto en los pequeños detalles como las preciosas cerraduras de las habitaciones decoradas en color dorado, haciéndote sentir que estabas en un castillo flotante de una princesa árabe.

Creo que el sofá es el culpable de que mi reloj se haya ralentizado aun más, aquí sentada, dejándome engullir por sus cojines. Los segundos parecen ser el doble de largos dándome tiempo para detener mi mirada en todo aquello que me envuelve.
Gran parte de la población vive del agua de los canales, ya sea para regar las grandes plantaciones, para pescar, para utilizarla como medio de transporte alquilando sus houseboats y sin olvidar el uso de aquella agua para la ducha y limpieza de su colada.

Mientras mi vista se pierde en la cotidianidad de la vida de Allephey, me doy cuenta que yo también soy un pasatiempos para ellos. Dos hombres de mediana edad se pasean por uno de los canales siguiéndome con la mirada mientras se lavan los dientes. Pasados unos segundos alzan su mano para saludarme.
Es curioso, pero hasta ahora no me había parado a pensar que tuvieran una higiene bucal tan bien cuidada,  tienen una dentadura muy blanca! (Quizá el contraste con sus oscuras caras, marrón  tierra, hace que destaque todavía más el blanco de los dientes). No recuerdo haber topado con hindús y necesitar de mi fular-colonia. Así que puedo decir que cuidan bastante su higiene personal. Siempre hay excepciones claro está,  y hay que tener en cuenta que tanto su olor corporal como las temperaturas y la densidad de población no son las mismas que en occidente. Pero en su conjunto y al menos en el sud de India son limpios (Martí no tiene la misma opinión respecto a la dentadura de los hindús del norte, quizá vaya a comprobarlo otro año).
Mi curiosidad sigue despierta. Fijo mi mirada en el interior de las casas, suelen dejar todas las puertas y ventanas abiertas, así que no me resulta difícil observar su interior.  No pretendía encontrar un suelo de parquet reluciente junto a unos muebles de diseño, pero reconozco que esperaba ver mucho desorden. Todo el interior estaba recogido y  limpio, sí, suelo de cemento, muebles que parecen tener más años que yo y ropa para la colada apilonada en sillas, pero es un hogar acogedor. 
Partiendo del aspecto de las calles, que hemos ido viendo durante el viaje, realmente me esperaba unas casas sumidas en el caos. Las calles no las consideran de nadie y dado que el tema de trabajar en la limpieza es un trabajo de las castas más bajas, nadie se preocupa por la limpieza de estas. Tiran al suelo todo, plásticos, comida, envases, agua sucia y todo tipo de objetos a los que no les den uso. Se abre la puerta de un coche y caen 4 bolsas de patatas, abren la ventanilla de un tren y tiran el envoltorio de la comida, sacan las bolsas de basuras de sus casas y las arrojan al rio... a pocos metros se puede ver la acumulación de basuras de aquella semana que el rio todavía no ha conseguido digerir... Una  lástima.  Pero aquí en Allephey parecían tener otras costumbres, los pequeños trozos de tierra donde habitan, se encentran bastante limpios, incluso las entradas a las casas tienen una especie de porche con todo recogido donde se sientan a pasar las horas. Quizá sea porque aquí todos son de casta baja y para no recoger las calles las mantienen limpias, o quizá sea porque el fondo de los backwaters está acumulando los residuos o quizá sólo sea que los backwaters de Kerala invitaban con su tranquilidad, a mantener un cierto orden en sus ribas.

Despierto de mis pensamientos. Sigo en nuestro porche flotante. Los backwaters ya me han atrapado, no me queda más remedio que mimetizarme con los hindúes y en  lo que queda de trayecto,  ver pasar el tiempo. Esperaré tranquilamente las próximas aventuras que India me tiene preparadas. 


Irene.

No hay comentarios:

Publicar un comentario